Alimentación consciente

La Alimentación Consciente: un camino hacia el bienestar integral

Artículo realizado por Erika Kröll Carrasco, Naturópata, 

Especializada en Terapia Regresiva, 

REG.SIS. N°265967

Instagram de Erika Kröll : www.instagram.com/ekrollc

En un mundo donde los horarios apretados y el ritmo acelerado dominan nuestras vidas, la alimentación se ha convertido en una actividad más que realizamos «sobre la marcha», sin prestarle la atención que realmente merece. Sin embargo, lo que comemos y, especialmente, cómo lo comemos tiene un impacto profundo en nuestra salud física, mental y emocional. Este artículo explora el concepto de alimentación consciente, analizando no solo qué ponemos en nuestro plato, sino también las condiciones en las que consumimos nuestros alimentos y la importancia de conocer su origen.

Nuestro entorno cuando comemos ¿Cómo comemos?

El entorno en el que comemos afecta directamente nuestra digestión y asimilación de nutrientes. Cuando consumimos alimentos mientras vemos noticieros con información negativa o estresante, participamos en discusiones intensas, estamos rodeados de ruido excesivo, escuchamos problemas ajenos, etc. En estas situaciones nuestro cuerpo entra en un estado de alerta o estrés que activa el sistema nervioso simpático (respuesta de «lucha o huida»), lo cual reduce el flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo, disminuye la producción de enzimas digestivas, altera la motilidad intestinal y compromete la absorción de nutrientes.

Estudios científicos han demostrado que comer en estado de estrés puede aumentar la inflamación gastrointestinal, provocar indigestión, y a largo plazo, contribuir al desarrollo de trastornos digestivos crónicos como el síndrome del intestino irritable.

Practicar la Alimentación Consciente

La alimentación consciente implica:

  • Crear un espacio tranquilo dedicado exclusivamente a la comida, libre de distracciones tecnológicas y ruidos externos.
  • Masticar lenta y conscientemente, permitiendo que las enzimas salivales inicien adecuadamente el proceso digestivo.
  • Practicar la gratitud por los alimentos antes de comenzar a comer, reconociendo el valor nutricional y el esfuerzo invertido en su producción.
  • Utilizar los cinco sentidos para apreciar los colores, aromas, texturas y sabores de cada vez que comemos.
  • Respetar las señales de hambre y saciedad del cuerpo, comiendo hasta estar satisfecho.

 

La importancia de conocer el origen de nuestros alimentos

En la era de la industrialización alimentaria, es fácil desconectarse del origen real de lo que comemos. Sin embargo, esta información es crucial para nuestra salud y bienestar.

Si consumes carnes, huevos y/o lácteos, debes considerar lo siguiente:

  • Condiciones de crianza: Los animales criados en condiciones de hacinamiento y estrés producen carne con más hormonas del estrés y menos nutrientes beneficiosos.
  • Alimentación animal: Un animal alimentado con granos modificados genéticamente y antibióticos producirá alimentos de menor calidad nutricional que uno alimentado con pasto o alimentos naturales.
  • Uso de antibióticos y hormonas: Estos compuestos pueden permanecer en pequeñas cantidades en productos animales y afectar nuestra microbiota intestinal y equilibrio hormonal.

Si consumes todo tipo de alimentos, debes considerar lo siguiente:

  • Producción local vs. importada: Los alimentos locales suelen ser más frescos y contener más nutrientes, además de tener una menor huella de carbono.
  • Alimentos orgánicos vs. convencionales: Los productos orgánicos contienen menos residuos de pesticidas y, en muchos casos, mayores niveles de antioxidantes y otros compuestos beneficiosos.
  • Alimentos frescos vs. procesados: Cuanto más procesado esté un alimento, más aditivos, conservantes y azúcares añadidos contendrá, y menos nutrientes naturales preservará.

Diversidad de estilos alimentarios

En la actualidad, existe una amplia variedad de estilos alimentarios, cada uno con sus propias filosofías, beneficios y consideraciones:

  • Alimentación vegana: Excluye todos los productos de origen animal, centrándose en vegetales, frutas, legumbres, granos, frutos secos y semillas.
  • Dieta vegetariana: Elimina la carne pero puede incluir huevos, lácteos o pescado, dependiendo de la variante.
  • Dieta cetogénica: Alta en grasas, moderada en proteínas y muy baja en carbohidratos, busca inducir la cetosis metabólica.
  • Paleo: Inspirada en la dieta del Paleolítico, enfatiza carnes, pescados, frutas, verduras, frutos secos y semillas, evitando alimentos procesados y granos.
  • Mediterránea: Rica en vegetales, frutas, legumbres, granos enteros, aceite de oliva y pescado, con consumo moderado de lácteos y limitado de carnes rojas.
  • Flexitariana: Principalmente vegetariana con consumo ocasional y consciente de productos animales.

Principios transversales de una alimentación saludable

A pesar de sus diferencias, existen principios comunes que trascienden cualquier enfoque alimentario específico y que constituyen la base de una alimentación verdaderamente consciente. Independientemente del tipo de dieta que se siga, la calidad de los ingredientes es fundamental:

  1. Calidad y Origen de los Alimentos

La pregunta clave no es solo «¿qué tipo de dieta sigo?», sino «¿de dónde vienen mis alimentos y cómo fueron producidos?».

  1. Mínimo Procesamiento Industrial

En todos los estilos alimentarios, reducir el consumo de alimentos altamente procesados debería ser una prioridad. Los alimentos ultraprocesados están diseñados para estimular el consumo excesivo, contienen numerosos aditivos de dudosa seguridad a largo plazo, y carecen de la complejidad nutricional de los alimentos enteros. El procesamiento industrial suele destruir nutrientes beneficiosos, añadir compuestos potencialmente dañinos y alterar la estructura natural de los alimentos, haciéndolos menos saciantes y más propensos a causar picos de glucosa e insulina.

  1. Conexión Consciente con la Alimentación

Ninguna dieta, por perfecta que sea en su composición nutricional, será verdaderamente beneficiosa si no la consumimos de manera consciente. La atención plena durante las comidas mejora la digestión, reduce el consumo excesivo y aumenta la satisfacción, independientemente del régimen alimentario que sigamos. Establecer una relación positiva y libre de culpa con la comida es tan importante como la composición nutricional de lo que comemos.

  1. Adaptación Individual

No existe una dieta única que funcione para todos. Los factores a considerar incluyen: Genética y epigenética; microbioma intestinal; historia personal de salud; nivel de actividad física; tolerancias e intolerancias alimentarias; preferencias culturales y personales; accesibilidad y sostenibilidad a largo plazo

La alimentación más saludable es aquella que: proporciona los nutrientes necesarios, es sostenible a largo plazo, se adapta a las necesidades individuales, promueve una relación positiva con la comida.

La inflamación: una respuesta del cuerpo a la alimentación moderna

La inflamación es una respuesta natural del sistema inmunológico ante lesiones o infecciones. Sin embargo, la alimentación moderna puede provocar un estado de inflamación crónica de bajo grado que contribuye al desarrollo de numerosas enfermedades.

Los principales alimentos pro inflamatorios:

  • Azúcares refinados: Presentes en bebidas, postres industriales y numerosos productos procesados.
  • Harinas refinadas: Encontradas en panes blancos, galletas y la mayoría de productos horneados comerciales.
  • Aceites vegetales refinados: Como aceite de soya, maíz y girasol, sometidos a altas temperaturas y procesos químicos.
  • Grasas trans: Presentes en margarina, alimentos fritos y muchos productos ultra-procesados.
  • Aditivos alimentarios: Colorantes, conservantes y potenciadores del sabor que pueden desencadenar respuestas inmunitarias en personas sensibles.

Una dieta anti-inflamatoria se basa en:

  • Abundancia de vegetales coloridos: Aportan fitoquímicos y antioxidantes que combaten la inflamación.
  • Frutas de temporada: son alimentos nutritivos que aportan vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes.
  • Grasas saludables: Como aceite de oliva virgen extra, aguacates, nueces y semillas.
  • Proteínas de calidad: De fuentes bien criadas si son animales, o combinaciones adecuadas de proteínas vegetales.
  • Hierbas y especias: Como cúrcuma, jengibre, romero y orégano, con potentes propiedades anti-inflamatorias.
  • Probióticos y alimentos fermentados: Que apoyan una microbiota intestinal saludable, esencial para regular la inflamación.

Adoptar una alimentación consciente no significa seguir una dieta restrictiva o perfecta, sino desarrollar una relación más atenta y respetuosa con los alimentos y el acto de comer. Este enfoque holístico contempla tanto lo que ponemos en nuestro plato como las circunstancias en las que lo consumimos.

Más allá de las preferencias personales o restricciones dietéticas específicas, los principios universales de calidad, origen, mínimo procesamiento y conexión consciente constituyen la base de una alimentación verdaderamente nutritiva y sostenible.

La alimentación consciente nos invita a reconectar con nuestro cuerpo, con la naturaleza y con el acto ancestral de alimentarnos. Es un camino hacia el bienestar que trasciende las modas dietéticas y nos devuelve a lo esencial: nutrirse con atención, gratitud y sabiduría.

Al mejorar nuestra relación con la comida, no solo beneficiamos nuestra salud individual, sino que también contribuimos a sistemas alimentarios más sostenibles y equitativos. Cada bocado consciente es un paso hacia un mundo donde la alimentación vuelve a ser lo que siempre debió ser: una fuente de salud, placer y conexión.

Artículo realizado por Erika Kröll Carrasco, Naturópata, 

Especializada en Terapia Regresiva, 

REG.SIS. N°265967

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